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Cuentocuentos...

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Listhil y otros cuentos

El Poder de la Ambición


Cuando existe un castillo, suele haber un rey, y éste nunca se separa de su mago, hechicero, o como lo llaman algunos, consejero real. Lo malo es que, con más frecuencia de la que desearían los propios monarcas, aquellos que controlan las artes oscuras no siempre están dispuestos a ser serviciales con su patrón, Si la ocasión es propicia y los astros lo demuestran, muchos de estos ocultistas se aprovechan de un regente inepto o descuidado. Y es por esto que ¡deberían estar atentos y no dejarse engañar! Cuando uno se encuentra convaleciente va corriendo a pedir un ungüento o pócima para poder librarse del dolor que siete, y puede que, sin darse cuenta, esté poniendo en bandeja la victoria a su enemigo


Los Guardianes del Bosque

En tiempos remotos, existía un lago de color plateado, de gran amplitud, muy profundo y lleno de secretos, llamado Tulem. Estaba bordeado por espesos bosques y pegada a éstos se situaba la gran Montaña Blanca. El único modo de acceder a ella era franqueándolos.
El pueblo Haleihz habitaba dichos bosques y así vigilaban el Paso. Su deber era proteger la sabiduría del lago y la perpetuidad del a montaña. No podían ser vistos por ojos extraños. O dicho de otro modo, muy pocas mentes estaban preparadas para lo que allí se encontraba. El acceder allí sin aptitud, preparación o conocimientos podría tener consecuencias terribles. Y entonces, el desafortunado imprudente maldeciría el día en que su curiosidad le hizo dar esos pasos.
Los Guardianes del Bosque eran especialmente poderosos al salir la luna y siempre iban acompañados por su báculo. Éste, incorporaba un búho o lechuza que el propio guardián había tallado en madera cedida por sus amigos los árboles. Por la magia de su pueblo, aquella figura tomaba vida cuando el momento lo requería y se convertía así en su amigo más allegado y leal consejero.


Espiritus infantiles


Dicen que los peores fantasmas, los más malévolos, son aquellos que mueren repentinamente o que rompen su ciclo vital de forma inesperada. Cuando fallece un niño, no hay pérdida igual. La inocencia propia de la infancia de rasga y el espíritu se ve perdido sin ninguna explicación. Es entonces cuando la incomprensión, el miedo o la ira se apoderan de las almas infantiles y no les abandona.
Parece ser que esto es lo que le ocurrió al desafortunado Carlos Herrea. Cuentan los lugareños de la zona que, en 1825, el pequeño de tan solo ocho años de edad, fue a coger agua al río y no volvió. Las tremendas corrientes no perdonaron al infante y lo atraparon sin dejarlo salir.
Hay quien no cree en estos fenómenos, pero numerosos son los que afirman haber oído o haber visto al desdichado Carlos merodeando por los parajes que rodean al río.


La Esperanza del Reino


El príncipe Orlin tuvo que subir al trono muy joven ya que su padre murió inesperadamente durante una noche de duro invierno. Nadie supo jamás la causa del fallecimiento, pero entre los rincones más oscuros del castillo se oían rumores y todos los ojos apuntaban hacia el hechicero, que siempre había conspirado contra el rey. El nuevo monarca carecía de experiencia, pero poseía un gran corazón lleno de ternura y compasión. Se había desposado con su prima Girgana, a la cual amaba por encima de todas las cosas desde su más tierna infancia.
Pocos meses después de las nupcias ella quedó en cinta y, como era costumbre en esas tierras, Orlin tuvo que ir al Pantano Profundo en busca de la primera rama que formaría el canasto del bebé.
Pero, el malvado hechicero no quería desaprovechar tan buena ocasión y allí lo esperó. Usó todas sus malas artes para convertirse en árbol y así poder atraparle.
Al llegar allí, Orlin lo vio, viejo y desdichado. Parecía tener la corteza enferma. Su corazón sentía la necesidad de apiadarse. No sabía exactamente como ayudarle pero una magia extraña le atraía hacía él.
Notaba una gran soledad dentro de aquel tronco. Pensó que si le acariciaba, le reconfortaría. Y entonces lo tocó.
En ese preciso momento, todas al raíces empezaron a moverse y atraparon al joven. El Árbol Maldito, como lo llamaron desde entonces, lo arrastró con él. Por venganza, lo tendría anclado en la eternidad de su sombra.
Todo el Reino lloró la amarga pérdida y en especial su Majestad, la joven Girgana. Lo único que le daba consuelo era su hijo nonato, que todavía en el vientre, resultaba ser su única esperanza...


El Duende y la Flor



Como ya sabemos, en la Familia de la Hadas existe una gran variedad de criaturas. Los duendes Muppends son pequeños seres dotados de alas de colores, parecidas a las de las mariposas, que suelen habitar en los parajes donde abundan las rosas, su flores predilectas.
Al llegar a su mayoría de edad, 127 años humanos, buscan una confortable rama que tenga una rosa en todo su apogeo para esperar a su pareja, con la que competirán el resto de su existencia.
Nunca se ha llegado a saber realmente cuanto vive un Muppend, puesto que no se les ha visto envejecer, pero no son criaturas eternas. Ya sea por tristeza, como les ocurre a algunos elfos, o por razones que aún desconocemos, sabemos que mueren algún día por los escritos que nos dejó el herrero Matrenón. En ellos narraba cómo se encontró con una de estas criaturas yaciendo sin vida cerca de un riachuelo, cuando marchaba en una de sus múltiples aventuras.


El Soldado



A veces, los sueños tienen un lado negativo. Por ser pesadillas o porque resultan tan maravillosos que cuando despertamos nos dejan un sabor agridulce al darnos cuenta de que no son reales. Pero sin duda, muchas veces ocurre que tenemos un sueño recurrente o que soñamos con personas en repetidas ocasiones.
Esto es lo que le ocurría a Marta desde hacía algún tiempo. Cuando dormía, veía a un soldado con atuendos de décadas anteriores. No entendía muy bien su significado, pero su presencia era cada vez más frecuente.
Cuando ella falleció, descubrió que el soldado era su abuelo, que la protegía y le transmitía seguridad para el momento en el que tuviese que venir a buscarla.
Y ahora o preguntaréis, ¿cómo es que sé todo esto?...
... porque ahora soy yo quién sueña con Marta.

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